Rosa Bárcenas
El pico de Midi d’Ossau es una cima pirenaica que se eleva 2.884 m. sobre el nivel del mar, ubicada en tierras ya francesas de los Pirineos Atlánticos, a muy poca distancia de la frontera con España.
Aun quedando lejos de los tres miles de los Pirineos Centrales, su majestuosidad alzándose monolíticamente entre las montañas que lo rodean, su color negro y su forma piramidal, lo hacen destacar entre las montañas más reputadas de la zona norte peninsular. Se trata de un antiguo estratovolcán, que erosionado con el tiempo ha sido esculpido en forma de mole rocosa poliédrica, dejando en el exterior la lava solidificada en el interior de la chimenea, lo que explica su homogeneidad de material y sus verticalidades en las que no se queda ni la nieve adherida en invierno.
Al destacar sobre sus vecinos, el Midi d’Ossau ha llamado desde muy temprano la atención de los aventureros y estudiosos, haciendo sus características que sea un ‘paraíso’ para la escalada con un sinfín de vías de diferentes dificultades. Por estas razones, fue una de las primeras montañas pirenaicas en ser coronada. Data la primera ascensión real del año 1.787, por un pastor del vecino valle de Aspe, quien logró la hazaña de su conquista. Cuentan que cada día, al ponerse el sol, la sombra de la cima se dibujaba en la puerta de su cabaña invitándolo a subir, ¡un romántico pretexto para escalar hasta allí! Al coronar el punto más alto, se dedicó a formar un gran hito gigante de piedras en la cima, ¡tan grande que al parecer era visible desde abajo!, debió echar su rato en ello el muchacho…
Era mi quimera escalar el Midi este verano, me metió el ‘venenillo’ un compañero de mi club de montaña que estuvo por allí hace unos meses intentando su trepada. Yo hace años que pasé por allí, en varia ocasiones además y por diferentes vertientes y siempre recuerdo tropezar varias veces por no poder dejar de mirar su silueta. Se dibuja serio, altivo y elegante desde cualquier perspectiva en el que lo veas.
Al final no ha podido ser este año…solo he logrado embelesarme una vez más viéndolo desde lejos, lo que ha servido para avivar aún más mis ganas de escalarlo, y sudar su cumbre. A veces las circunstancias nos frenan un deseo, pero al ser pospuesto se sueña con más ahínco. Le doy la espalda y regreso pero con su silueta en mi mente, con su dibujo en mi cabeza, con sus chimeneas verticales invitándome a llegar arriba para regalarme un rato sus vistas y llenar mis pulmones del aire transparente que lo acaricia.