Está siendo el canterano más empleado por Rafa Berges, al igual que ocurriese en la época de José Aybar. Por algo será. Pablo Ortiz es consciente de que su juventud es un condicionante para disfrutar de minutos pese a lo cual no deja de pelear por hacerse con un hueco en el once titular o, al menos, disfrutar de minutos. El propio centrocampista muestra su entusiasmo afirmando que «sólo quiero ayudar al equipo a tirar para arriba. El entrenador tiene sus ideas y él entrena para seleccionar un equipo y ponerlo a jugar el domingo. Sigo entrenando igual, tanto cuando juego, como cuando no. Creo que se aprende mucho de las situaciones cuando uno no participa tanto. El míster se porta conmigo muy bien. Estoy contento con el trato que está teniendo hacia mí, sabe que al futbolista joven se le tiene que tratar de manera diferente. La relación es muy buena y eso me alegra. En el fútbol, de cara al futuro no hay nada escrito. Me comenta el entrenador que tengo buenas cualidades y que tengo que ver el momento de explotarlas adecuadamente. El fútbol en Segunda B es más difícil, más intenso, el rival te aprieta mucho, hay campos muy complicados en todos los sentidos. Hay muchas variables del juego que tienes que controlar, y debido a mi edad, hay veces que se te escapan cosas. En cuanto a los objetivos, son los mismos que tenía a principio de temporada. Mi meta es acumular minutos y ayudar al equipo a conseguir el objetivo común. Soy de los que piensa que el equipo somos todos, y todos aportamos nuestro granito de arena para que esto se convierta en un grupo competitivo. Así vienen los resultados”.
La mejoría mostrada por el conjunto blanco no permite despistes aunque para Pablo “ganemos o perdamos el domingo, no podemos etiquetar este momento como el mejor ni el peor de la temporada. No es momento de balances, sólo pensamos en el partido siguiente. El equipo viene trabajando bien desde hace mucho. Lo que pasa es que el fútbol no siempre te responde como esperas. No todo te sale siempre como está planeado. Hay que trabajar mucho, y sembrar para recoger. Desde Julio hemos sembrado, y creo que al final recogeremos un buen premio porque veo al equipo con mucha ilusión y ganas por competir”.
Aunque desde fuera del vestuario se apunte a que el ambiente en el vestuario no es favorable, Pablo Ortiz desmiente tales extremos y reafirma la idea expresada por muchos de sus compañeros. “Me llevo bien con todos, a los que estaban el año pasado los conozco más. Son un grupo de gente muy buena, tanto con los jóvenes, como con los veteranos hay buena relación. Hay un buen grupo, y eso es importante, porque la felicidad del vestuario luego se nota en el verde durante el partido”.