
Óscar Quesada y Santi Villa se funden en un abrazo tras certificarse el descenso. Foto: Juande Ortiz.
José Ángel Martos // @Joseangelmartos
El director de este medio, mi buen amigo Juanjo, me ha dejado caer que tenía total libertad para escribir sobre la situación actual del Real Jaén. Hace tiempo que no lo hago pero este artículo jamás pensé redactarlo. Atrapado por el síndrome de la página en blanco de los escritores, no me sale nada. Y no me sale porque me lo han ido quitando poco a poco. La ilusión por el fútbol; las ganas de ir a La Victoria; la esperanza de entrar en eldeportedejaen.com y ver que mi equipo había ganado.
El Real Jaén no cavó su tumba ante el Extremadura. Toni Doblas y compañía solo echaron tierra en un cadáver que lleva años oliendo a podrido.
En su epitafio aparece la fecha del 7 de junio de 2014. Ese día Jaén entera soñaba con el gol salvador de Jona, y con el del capitán Fran Machado. Lo que nadie contemplaba era que en diez minutos, Alfred Hitchcok resucitaría para escribir el guión más cruel posible. Tres punzadas de Juan, Mauro Quiroga y Guzmán que se clavaban en nuestro corazón para devolvernos al pozo de la Segunda B, y salvar al Deportivo Alavés. Hoy, ellos están en la final de la Copa del Rey, afianzados en Primera División. Hoy, nosotros pagamos condena en el infierno de la Tercera División.
En mis casi treinta años de vida, no recuerdo al Real Jaén en Tercera. La última vez fue en la 90-91 y no me alcanza la memoria. Igual que tampoco le recuerdo en Primera, básicamente porque de eso hace ya más de medio siglo. He sentido envidia sana de aficiones como la del Granada, Córdoba, Almería, Cádiz, Recreativo de Huelva, Xerez, Málaga, Sevilla y Betis. Todas han saboreado las mieles de la élite aunque fuera efímeramente para acabar volviéndose amargas, en algunos casos.
Pero basta de lamentos. Jaén también ha encontrado el Paraíso y el consuelo en el fútbol de salón y tapete azul. Pocos pueden presumir de ser campeones de España, y de hacerlo ante el todopoderoso Barcelona. Tal vez no estemos preparados para el once contra once. O tal vez, solo debamos dar un paso atrás para coger impulso y volver más fuertes.
Será doloroso ver al Real Jaén batallar en campos de Tercera. Junto al Villacarrillo, Martos, Torredonjimeno, Mancha Real, entre otros. El enfermo agoniza y solo tenemos dos caminos: desenchufar la máquina o hacerle el boca a boca. Mi aliento no le faltará, porque esté en Primera, Segunda o Tercera, seré del Real Jaén hasta que me muera.