
Los jugadores blancos se lamenta ante una ocasión errada. Foto: Juande Ortiz.
Tarde negra para el fútbol provincial la de este domingo 30 de abril de 2017. Tarde fatídica principalmente para un Real Jaén que tras la derrota ante la UD Extremadura volverá a Tercera División 27 años después. Un descenso dramático, que no por previsible duele menos. Un descenso con muchos padres, pese a que algunos quieran irse de rositas y no reconocer ahora al «hijo». Es tiempo de buscar culpables, de señalarlos y de aprender de los errores. Que la temporada próxima el equipo esté, que ya será una victoria, y que compita con un proyecto realista, de la tierra y con jugadores y directivos que sientan el escudo y trabajen con profesionalidad y honestidad. Con esos pilares la afición responderá, no me cabe duda.
Y quizás el Real Jaén se ha ido a Tercera en un partido, que como en algún otro de este año, no ha merecido la derrota. Pero el nivel futbolístico del vestuario ha ido menguando considerablemente durante la temporada (influenciado también por lo extra deportivo) y así es imposible. Hoy los de Barla dominaron prácticamente el encuentro en su totalidad, pero les cuesta un mundo trenzar una jugada que lleve peligro al marco contrario. Además, en la zona defensiva las imprecisiones son constantes e impropias de un equipo que quiere mantener la categoría. Así, con las ganas de algunos, entre los que destacaron una vez más los de la tierra, no basta. En la primera mitad, entre las destacables, solo una de Víctor Andrés que salió cerca del palo tras un disparo con el interior de su diestra. Del Extremadura, ni siquiera un ¡uy!.
Todo se iba a decidir en los segundos 45 minuto, que comenzaron con novedad pronto, ya que Antonio Perera, ‘El Niño’ del Extremadura, iba a aprovechar el fallo en la salida de balón de Carmona y con un zurdazo desde unos 30 metros iba a poner por delante a los suyos cuando se llevaban 2 jugados de la segunda parte. Los más de 1000 extremeños que se habían desplazado a La Victoria para animar a los suyos iban a saltar de sus asientos con la misma efusividad que los jiennenses, 15 minutos después, iban a celebrar el empate de Santi Villa. De libre directo (imposible de otra forma) el capitán iba a igualar el encuentro metiendo a los suyos en el partido y en la lucha por la salvación. Antes había salido al campo Álvaro Aguado, que una vez más demostró a los banquilleros que han pasado este año por La Victoria que tenerlo sentado mientras el partido está en marcha es un delito. Por muy joven que sea peleó, mandó, distribuyó, ordenó y mejoró la cara de un Jaén que aupado a sus hombros veía el futuro con un tono mucho menos gris.
El partido avanzaba y si el cambio de Aguado fue importante en el Jaén mucho más lo fueron los hombres que utilizó de refresco en el Extremadura su míster Juan Sabas. Hume y Montelongo, que habían entrado en la segunda parte, iban a construir la jugada del segundo y definitivo del Extremadura. Los nuevos, fresquitos, iban a aprovechar un nuevo desajuste defensivo en el equipo blanco y con un buen centro a la testa del uruguayo, iban a dar el zarpazo definitivo. Un testarazo que mandaba a los blancos a Tercera con un golpe del que el Real Jaén ya no se supo reponerse y que no sabemos cuánto tardará en sanar. Por el bien de todos esperemos que no mucho. Jaén, su provincia, y la capital, no se merecen un equipo en Tercera División.