Virgilio Moreno // @virgiliomoreno
Había sido ésta una pretemporada rara, sin convencer, de las que habitualmente hace el Real Jaén. Pero aún con estos precedentes el aficionado tenía la ilusión de desvalijar la mente de recuerdos ingratos y comenzar con el pie derecho en una categoría a la que nunca se debió regresar.
Esta sensación de rareza brilló en el encontronazo con un campo viejo, sin cabinas de prensa, con vestuarios vetustos, indicios todos de que el fútbol ha retrocedido para el Real Jaén más tiempo del que realmente hace que lo dejó. Todo suma en un inicio que se antoja complicado, con jugadores que ahora ya tienen nombre y cartel, y que deberán estar por supuesto a la altura. Los nuevos, poco a poco irán absorbiendo la idiosincrasia de este club al que ya han jurado respeto y del que aparentan conocer su historia.
El entrenador gozará, como todos lo han hecho, de confianza, porque quien conoce a Aybar sabe de su inteligencia y trabajo, pese a su parte de culpabilidad reconocida del pasado descenso, cuando nadie sabe bien que pasó al llegar hasta Jaén hombres que uno veía futbolistas y otro simples animadores de entrenamiento.
El partido del sábado, ante el Cádiz, puede ser la clave para arrancar con gracia y trapío una temporada que tiene que ser benevolente con unos aficionados que son la base y que tan mal verano han pasado cada vez que el verde del césped se asomaba a su hipocampo, la parte del cerebro donde se forman los recuerdos.