Pedro Ángel Latorre Román
Aún hoy en día, tras el enorme desarrollo académico y reconocimiento universitario de los licenciados y graduados en ciencias de la actividad física y el deporte en España, la mayor parte de las ciudades y pueblos adolecen de un técnico titulado universitario que aporte criterios científicos, sanitarios, pedagógicos y podríamos incluso decir emocionales a la promoción deportiva local. En general, me atrevería a decir que en gran parte de los pueblos y ciudades se ha carecido de un modelo deportivo de desarrollo de la ciudad basado en criterios sociales, democráticos, pedagógicos e incluso sanitarios. Los políticos de turno, independientemente de su ideario, han ido dictando el desarrollo deportivo local bajo criterios meramente electorales, oportunistas, influenciados por grupos de presión, modas, por la influencia de los medios de comunicación y la megalomanía del deporte espectáculo. Es tal la irresponsabilidad al respecto, que algunos ayuntamientos han favorecido la privatización de la gestión deportiva, exponiendo un derecho básico, la protección de la salud a través del deporte, a los intereses del mercado.
El modelo generalizado por excelencia que ha anidado en la mayor parte de las ciudades ha sido el que denomino modelo excluyente centrado sobre todo en el fútbol. Así toda la infraestructura deportiva, logística, presupuestos e instalaciones deportivas han girado en torno al maravilloso equipo local. El cual en muchos casos se ha movido por intereses más particulares que sociales y con un claro ánimo de lucro. El resultado ha sido evidente, todos los pueblos, en este caso de la provincia de Jaén, pueden vanagloriarse de tener un fantástico estadio de fútbol con campo de césped artificial, todo ello en detrimento de otras instalaciones que pudieran garantizar una mayor prevalencia de actividad física en la población, me refiero a piscinas cubiertas, vías verdes, espacios cubiertos, pistas polideportivas, pistas de atletismo…Este modelo injusto ha esquilmado sistemáticamente los recursos públicos para beneficio de una minoría social en perjuicio de la mayoría. A su vez, éste es un modelo basado en la meritocracia, un sistema piramidal y excluyente con escasa posibilidad de promoción desde la infancia. El resultado es el esperado, Andalucía es de las regiones españolas con mayor prevalencia de obesidad (Aranceta et al. 2016), siendo la tasa de práctica deportiva en Andalucía muy inferior a la media de España (García Ferrando, 2005; Junta de Andalucía, 2009). Jaén es la última provincia de Andalucía junto con Huelva donde menos se practica actividad física: 3 veces a la semana y junto a Córdoba la que más experimenta abandono deportivo, además, los jiennenses son los que en mayor porcentaje destacan tener una forma física francamente mala (Junta de Andalucía, 2012). Los jiennenses señalan también en primer lugar como motivos para no hacer deporte el no poder hacer el deporte que le gusta y Jaén es la primera provincia en destacar que el hecho de no tener instalaciones deportivas cerca es un motivo para no hacer deporte, dato que se corrobora con ser la primera provincia en destacar la insuficiencia de instalaciones deportivas (Junta de Andalucía, 2009). Sin embargo, si tenemos en cuenta los deportes más practicados en Jaén y Andalucía sobresale de todos la gimnasia de mantenimiento y luego el ciclismo (Junta de Andalucía 2012). En suma, como destaca Munera et al. (2016) el porcentaje de baja actividad física en la población adulta de Jaén es del 69,4% lo que indica unos altos niveles de sedentarismo en esta población, datos superiores a la encuesta nacional de salud (2011-2012) para toda España. Tendrán algo que ver en estos dramáticos datos o existe cierta responsabilidad compartida por parte de las administraciones locales mediante sus modelos de promoción deportiva.
Me atrevería a decir que la mayor parte de los profesionales de la actividad física y el deporte pensamos que el objetivo principal que deberíamos fijarnos para el desarrollo deportivo de una ciudad es incrementar la mayor prevalencia posible de actividad física en sus ciudadanos, lo que le daría el auténtico valor y sentido a la práctica de actividad física y el deporte: la promoción de la salud. Pero además, este modelo, que supondría redefinir la creación de instalaciones, eventos deportivos, criterios de iniciación deportiva, etc., tendría otras repercusiones no menos importantes, como por ejemplo en el rendimiento académico de los escolares, la inclusión y la cohesión social. Para ello, todas las actuaciones deberían ir encaminadas en provocar la masiva práctica deportiva. ¿Cómo? Priorizando instalaciones deportivas como piscinas cubiertas, pistas polideportivas descentralizadas, espacios cubiertos, carriles bicis, vías verdes, parques lúdico-deportivos. También sacrificando eventos deportivos por actuaciones más duraderas en el tiempo y que permitan una participación deportiva más habitual y frecuente, por ejemplo, garantizar la creación y consolidación de una escuela de atletismo más que la promoción de una gran Media Maratón.
Orientar principalmente el modelo deportivo de una ciudad al rendimiento deportivo a través de un modelo piramidal excluyente y a la promoción de eventos extraordinarios (competiciones deportivas) representa un atentado a la democratización del deporte como bien de interés social y sanitario y una violación de un derecho constitucional, así la Constitución Española en su artículo 43 dice: Se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios… Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte. Asimismo facilitarán la adecuada utilización del ocio. Teniendo en cuenta que los recursos económicos públicos son limitados, es obligación de los políticos priorizarlos para satisfacer este preciado derecho constitucional, acercando y facilitando la práctica de actividad física y deportiva a la totalidad de la población y detestando definitivamente los modelos deportivos antidemocráticos y excluyentes que favorecen el abandono deportivo precoz y la discriminación.
Pedro Ángel Latorre Román
Profesor de la Universidad de Jaén