Emilio Antolín
Una derrota y tres empates, pero una balsámica y convincente victoria en Copa del Rey. Ese es el bagaje de un equipo, Las Palmas, que recibe este fin de semana al Real Jaén con la única idea de celebrar el primer triunfo en Liga del curso encontrando la medicina que acabe con sus males en la competición regular.
A pesar de su mal arranque, el descaro, la personalidad y el intento de control de balón siguen siendo las señas de identidad de la escuadra de Lobera, en la cual se esperan varios cambios tras el triunfo copero pero siempre con esa ‘filosofía Barça’ adaptada a un equipo de la División de Plata. Así, el 1-4-2-3-1 característico de los isleños no se moverá, destacando una mediapunta de excepción gracias a la magia de un Valerón por el que no parecen pasar los años. El control y circulación rápida del balón, la presión para recuperarlo cuando se pierda, la verticalidad hacia la portería contraria y la búsqueda de consistencia defensiva son sus bases.
No obstante, la dependencia hacia el exdeportivista -único capaz de dar el último pase-, la lentitud a la hora de hacer circular el balón, los despistes defensivos y, sobre todo, la escasez de ocasiones de gol -aunque aprovechan las pocas que tienen- son un lastre que demuestran que Las Palmas aún está lejos de convertirse en lo que pretende Lobera, aunque poco a poco la máquina va estando más engrasada.
A tener en cuenta: Jugadores experimentados -Valerón, Momo, Apoño…- y puntería a pesar de generar pocas ocasiones.
Punto débil: Equipo aún en construcción, problemas defensivos a balón parado y una grada tensa.